Vamos a
contar un cuento. El cuento de una ranita verde.
Un día
la rana verde se durmió en su estanque, y empezó a soñar. Soñó que era una
mujer alta y fuerte, con aires de princesa y andares de pato, elegantes en su
torpeza. Se encaminaba hacia el otro lado del estanque, a recoger dalias
sonrosadas. De repente se pisó la gran barba blanca que le acababa de crecer,
así que debía de haber dejado de ser princesa, y de ser mujer. Empuñó una rama
caída, y empleándola como bastón, llegó quejumbrosa hasta las dalias, que se
inclinaban hacia ella, ofreciéndole su aroma. Aspiró, y, henchida de felicidad,
ascendió por los cielos como un gran globo de helio.
Cuando
se despertó era de color azul, y se asustó. Y al dormirse al día siguiente y
soñar con el sol, despertó amarilla. Fue de color rosa soñando con algodones de
azúcar, y cuando por fin, desesperada de tanto cambio, soñó con tréboles y
recuperó su color habitual, se prometió a sí misma que nunca más volvería a
soñar, por miedo a perder su apariencia.
Y desde
entonces la ranita no volvió a dormir en el estanque, nunca más tuvo un sueño
hermoso, y nunca más fue feliz, por miedo a serlo.