viernes, 17 de agosto de 2012

Cultura, verborrea mental

Cuando eres pequeño y te llega el momento del por qué, tienes que ser meticuloso y preguntar todo lo que puedas acerca de las cosas que no entiendes. Tienes que aprovechar entonces porque es cuando se te perdona ser un inculto redomado que ha llegado al mundo sin saber nada de él. Pero no cuando te vas haciendo mayor, que es cuando te toca disimular tu incultura, porque incultos somos todos, y es el momento de recoger los conocimientos clandestinamente cuando crees que nadie te ve, para luego soltarlos como si formaran parte de la escritura de tu ADN, para poder sentirte orgulloso de poseer un conocimiento que muchas veces no te has labrado tú.
No me gusta este método porque me resulta engorroso tener que escarbar en internet y tirar de la Wikipedia cuando no entiendes algo, sobre todo si tienes que hacerlo en el preciso momento en que no entiendes ese algo porque si no luego se te olvida buscarlo. Es como tener que recurrir al diccionario cada vez que no comprendes una palabra que has leído en un libro. O tener una conversación sobre carandracas sin tener ni idea de que es una carandraca, y por ello, en vez de preguntar y salir de dudas, sonríes y asientes sin comprender nada. Y cuando llegas a tu casa te abalanzas sobre el buscador de internet avergonzado por tu poca cultura, solo para descubrir que carandracas no aparece en google y que nunca descubrirás que puñetas es una carandraca.
Yo prefiero el método rápido y sencillo. Preguntar. Y hago esto a riesgo de parecer una inútil porque siempre hay cosas que no entiendo en las conversaciones de las que soy partícipe. Pero claro, esto es, por otro lado, poco efectivo, cuando te hablan de algo con lo que no estás familiarizado y te lo explican solo una vez… y ¿qué pasa?, que se te olvida. Así llego yo otro día sin acordarme de qué-es-lo-que-hablé-con-Menganito-hace-como-dos-meses-y-medio, y vuelvo a preguntarlo. Pero como Menganito sí está familiarizado con el tema y se acuerda perfectamente de que la otra vez tú, que eres un inculto, le preguntaste por la cosa que sabe todo el mundo, resulta que se burla de tu falta de memoria y te lo vuelve a explicar. Vamos a ver señores. Estas cosas funcionan por repetición, y a mí me ha costado aprenderme en dos intentos (porque con las burlas de Menganito en este caso va la vencida a la segunda) lo que al susodicho amigo imaginario seguramente le habrá costado unas cuantas más. No es que él sea más listo, es que escarba información y se molesta en buscar las cosas que no entiende varias veces hasta que se le quedan, mientras que yo, tan orgullosa que estoy de ser franca cuando no entiendo de lo que me hablan, pregunto en lugar de hacer clandestina mi incultura.
Sería estupendo vivir inculto, siempre en tu burbuja, pero ese es un espejismo que hay que tratar de evitar, porque la cultura es una parte necesaria no solo para poder hablar en conversaciones medianamente inteligentes con descendientes de simios medianamente inteligentes, sino para moverte dentro de este mundo y de esta sociedad que te ha tocado vivir. Necesitas esa cultura para independizarte, o mejor dicho para no darle el coñazo a los pobres padres que se ocupan de ti y que no tienen la culpa de que tú quieras vivir sin saber nada del mundo.
Pero volvamos al tema y es que no veo nada malo en tratar de rellenar esa escasez de cultura preguntando, aunque ya no tengas la edad para hacerlo. “¡¿Cómo?! ¿Acaso es posible que no lo sepas?”. Bueno, mire, perdone usted, quizás no sepa cuales son las regiones de la Antártida pero le estoy dando a usted una muy buena oportunidad para describírmelas, alardear de sus conocimientos y a parte afianzarlos en ese cacho de cabeza hueca que tiene. Soy yo la inculta y la que le está pidiendo explicaciones, así que no me lo ponga más difícil y comparta conmigo de una vez sus extensísimos conocimientos, o déjeme en paz que no me da tanto apuro no saber las regiones de la Antártida.
Luego llega el que se cree todopoderoso. Una cosa es ser culto, y otra cosa muy distinta es ser sabio. Que porque sepas cosas increíbles sobre la humanidad y sus costumbres no eres mejor persona ni estás en posesión de la verdad. Pues la información no solo crea gente instruida, sino también presuntuosa. Gente que te habla con condescendencia (ni pajolera idea de lo que es ser condescendiente, pero sienta muy mal) con superioridad, y a la que, sobre todo, no le gusta nada ser contradicha, pues se siente muy cómoda con los conocimientos adquiridos y lo último que le apetece es cambiarlos.
Pero me estoy alargando demasiado, pues en definitiva no pretendía extender tanto mis malos humores hacia la gente que no comprende a los incultos (que tampoco hay por qué sentirse orgulloso de serlo, no debería ser ese el objetivo cuando hay tantas cosas en el mundo que merece la pena descubrir). Pero sobre todo no ya a la que no los comprende, sino a la que los desprecia. Ser culto, como ya he dicho, no te hace mejor persona, y no debería con ello ponderarse la simpatía con la que se trata a la gente. Empezando por el hecho de que culto no lo es nadie si no se mide en respecto a lo que saben los demás. Porque nadie (y repito NADIE) lo sabe todo acerca del mundo ni está en posesión de todas las verdades, empezando porque se volvería loco de remate. Así que nadie, ni el más culto de los sabios, debería sentirse avergonzado por preguntar que puñetas es una carandraca, aunque todos los demás lo supiesen. Porque creédme que mucho peor es irte a la cama sin saber lo que es una carandraca, que soportar las miradas de incredulidad y que te lo expliquen.

1 comentarios:

  1. Total, que nos hemos quedado sin saber que demonios es un carandraca...

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