martes, 14 de agosto de 2012

Palabrotas

A veces es fácil cagarme en todo, a veces no hay palabras que basten para describir lo mucho que quiero cagarme en las cosas. Palabras bastas, palabras hermosas, de insulto fácil. Estas palabras que me llenan y desbordan, palabras a las que puedo acudir para que me resuelvan problemas. Pero no hoy, cuando me abandona mi propia lengua, cuando se me escapa la semántica, la sintáxis y por poco la ortografía. Cuando quisiera blasfemar en todos los idiomas y a mi boca no llega ni un triste taco. Hoy es el día de las palabras mudas, de los insultos corporales, de los aspavientos, de las tortas. Que me cosan a hostias sin soltar la más corta de las onomatopeyas, derribémonos a leches, insúltame de la manera más primitiva: con la palma abierta de tu mano. Y yo te la devolveré esperando paciente, para que regrese a mí la oratoria perdida y en vez de violencia física la próxima vez pueda simplemente arreglarlo con un: ¡imbécil!

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