jueves, 28 de noviembre de 2013

Onomatopeyofantastidosio pédicoagulosísimiéstico

Lo siento. Se que suelo escribir cosas sin sentido: pido perdón al que tenga que leerme (como si fuese una obligación, ¡sal de aquí sucia rata!) porque aunque lo parezca este no es un blog para nadie. Es para mí, y por eso es casi ilegible y bastante aburrido, porque solo lo entiendo yo. Ya se que está aquí puesto, en internet, y no sólo en los archivos de mi disco duro... pero no nos desviemos (¡tendrás morro, si eres tú la que se desvía!). Calla, cabeza.

Soy demasiado inconstante como para escribir algo que merezca la pena leer. Soy demasiado disgregada como para centrarme en una sola cosa, en algún escrito con un mínimo de longitud. Algo que no sean más de las cuatro frases hiladas que se me han ocurrido de repente y que he sabido vomitar sobre mi teclado. En definitiva algo que alguien más que yo pueda entender. Y como sólo yo me entiendo, escribo para mí sola.

Escribo para mí, pero lo publico aquí. Y si es público, ya no es solo mío. Es de cualquiera. Se que aquí arriba no estoy a salvo. Ni de la opinión de los demás, ni de los ladrones de la propiedad intelectual, ni de los fisgones, ni de los acosadores, ni de los hackers, ni, ni, ni… ni si quiera de mi madre o mi padre, porque recuerdo haberles dado la dirección de este blog cuando publiqué por vez primera.

Pero me da igual, no hay nada aquí que merezca la pena robar. Ni si quiera la plantilla de la web tiene algo que ver conmigo, por mucho que me guste la cabecera. Publico cosas que podría haber publicado cualquier otro. Pero las publiqué yo. Divago. Opino. Respiro. A veces me pasa. Así que perdón si lo que aquí escribo te suena a chino, o si hay frases que tienes que leer dos veces. Si no me entiendes no es tu culpa, es que no me esmero demasiado. Sólo me expreso. También lo hago para calmar mis ganas de exhibirme un poquito, y en lugar de dejar los textos aparcados cogiendo polvo en mi ordenador… bueno, los subo aquí arriba, un lugar abstracto y peligroso, frente a un hipotético público que hipotéticamente me lee. No se quién eres. Pero si has llegado hasta aquí y has terminado de leer esto es probablemente porque te aburrías mucho y no porque yo sea entretenida. Felicidades, aquí está la meta y no hay premio. No creo que ni si quiera haya podido darte algo en lo que pensar. Así que te pido disculpas, otra vez.

Yo sí que he sacado una conclusión de todo esto,
y es que parece que soy adicta a pedir perdón,
con un perdón me presento y con otro me despido...
domingo, 10 de noviembre de 2013

La habitación

 Era una habitación grande, larga, ancha, alta. Extensa, la mirases cómo la mirases. Era tan grande que aunque intentaron acurrucarse en los sofás, había demasiados como para sentirse arropados. Intentaron encender la televisión, pero era como tener un cine sólo para dos. Intentaron hablar, pero la acústica reverberaba en sus palabras, rebotando los sonidos de sus ideas. Intentaron hacer el amor, pero se sentían desprotegidos y vigilados, como animales a la intemperie, revolcándose en un bosque abarrotado de sombras. Intentaron hacer su vida, sin hacer nada de lo anterior; Así que se movían muy juntos, se miraban, lloraban de vez en cuando, y caminaban al mismo ritmo, muy muy pegados. Miraban con miedo en los rincones, daban pasos desconfiados. Les temían a las sombras. Hasta que poco a poco se coordinaron, se hicieron uno: llenaron el espacio vacío, encogió la habitación, sonaron las palabras, encendieron la televisión e hicieron las guarradas que hacen los novios sin miedo nunca más a que les mirasen los vacíos rincones de sus cuatro paredes. No se como pasó, pero pasó. El miedo se les pasó, y todo lo demás pasó también, como debía ser.


Podríamos decir 
que es un relato de amor: algo poco propio de mí. 
Si me preguntas cual es el significado no sabré responderte, 
porque así ha nacido y crecido en mi mente, sin que me diese tiempo a interpretarlo. 
Debo añadir que aunque este relato es mío no me siento identificada con los personajes... 
lo cual es una pena.
miércoles, 30 de octubre de 2013

1. Sin título

Tengo la cabeza vacía, desamueblada. No hay relojes, no hay horas, no hay grandes planes. Ni pequeños tampoco. No los hay porque se me ha olvidado hacerlos. Igual que se me olvidó hacer la cama todas las mañanas de mi vida. Se me ha olvidado cómo se sigue. Pero llega el Lunes y luego el Martes. Y sé que hay más días. Pero me dejé el calendario en la basura de los desperdicios, al lado de mi caminar desgarbado. Igual que dejé el ritmo y el buen paso antes de levantarme de cada una de mis siestas. Ahí se han quedado mis progresos, en la pereza de un día que nunca llega a empezar, donde todo lo que consigo es insignificante porque no tiene valor real. Por eso me gradué pronto en el arte de la evasión. Por eso mi cabeza se fue de viaje. No sirven de nada los prejuicios, las enseñanzas pasadas, la cultura, el saber. Por saber no hace falta ni saber cómo se respira. Así que lo olvidé, porque podía, porque no importaba. Y en mi cabeza quedó flotando el silencio, enorme, solemne y solitario. Relajante, oscuro y perfecto. 
Soy. Es suficiente.
jueves, 12 de septiembre de 2013

Nuestros bufones particulares

Dejad que nos riamos de nuestros bufones
Si no van a resolver nuestros problemas
Por lo menos que nos entretengan
Que se peleen como en los circos romanos
Que se abalancen unos sobre otros
Que en nuestros periódicos aparezcan sus mentiras
Y que se condenen, ahogados en falacias enemigas
Somos venenosos
Somos plaga
Somos indignos
Pero aquí seguimos
Dejad por lo menos que nos riamos 
De los que en nuestro nombre no resuelven
Nada de lo que estropeamos por cuenta propia

-Esto no rima
- ¿Y qué? 
lunes, 12 de agosto de 2013

Ella

Es difícil enfrentarse a una página en blanco, cuando la inspiración es nula y las palabras se dan a la fuga. Que hacer con una vida de artista cuando no hay arte, ¿forzar a la imaginación? Quizás haya formas de despertarla. Ven le digo, pero ella no viene. Levanta, le apremio, pero ella se niega. Qué hacer cuando no te acompaña tu musa: Exprimir las ganas hasta que salga algo que no sean frases grises; hasta que algo tenga un mínimo sentido; hasta que las primeras líneas sean medianamente graciosas, y vuelvas a coger el ritmo. Ella me mira desde su esquina. La ignoro, sola podré inventarme algo. Las palabras fluyen seguras, alegres, de vuelta a mi lado me envuelven, como una cáscara protectora. Pero entonces cojo carrerilla y mi inspiración dormida se siente aislada. Así que se levanta y viene a mi lado, susurrándome tímida. Ya vuelvo, me dice, siento no haber querido antes. Y sonrío, porque no puedo hacer otra cosa cuando sé que ella es así de caprichosa. Ven cuando quieras, vete cuando gustes, yo seguiré siempre aquí preparada para recibirte. Y como ha decidido hacer su visita corta, se da la vuelta y vuelve a su esquina. Y yo me rindo. Sin ella no consigo escribir ni una palabra más.
miércoles, 5 de junio de 2013

Declaración de intenciones de demonios en carne y alma

Escandalizaría al propio Satán después de contarle mis pecados. Es tanta mi falta de pudor que hasta los ángeles se sentirían contaminados. Soy tan humano y tan imperfecto, tan naturalmente malvado, tan retorcido. Siempre realizado y nunca reprimido. Todos los errores, yo los cometo y a ninguna atadura le tuve respeto. Y juro y perjuro, que mientras viva y respire, cargaré mis pecados según yo lo estime. Según me convenga, según yo me entienda, según me redima, según me arrepienta, según me dé el día, o me de la noche, según los vestigios de mi conciencia. Pero como conciencia, jamás me sobra, sabed de antemano, que mi maldad desborda. Que por mucho que gimáis, por mucho que lloréis, esta confesión mía, es de una mente que desvaría; y que como yo, las mentes enfermas no entienden de empatía, ni atienden a ruegos ni a perdonar ¡qué ironía! Porque perdonar a quien como vos, afrenta al mundo con su existencia, y a los dioses incita a la resignada indolencia, perdonaros a vos sí que es pecado, más del que yo cometo si con vuestra vida acabo. Y acabaré sin alagar más la espera, y sin pensarlo si quiera, pues me carcomen las ganas y soy maldad pura. Cargaré con mi cruz, y vos con la vuestra. Iremos al infierno, pero sólo vuestro cuerpo arderá. Porque yo soy sufrimiento, yo soy veneno, soy el condenado pero nunca escarmiento, el mal más grande, la perversión en carne, el fuego, la yesca, la brasa, la sangre. Mi cruz no me pesa, más bien me da alas, y los que me joden acusan la venganza. Pues si conmigo no juegas, menos aún ganas. Aquí solo pierdes, de este mal no se escapa.
lunes, 27 de mayo de 2013

Queremos venganza

¿Qué te podemos decir, cuando tú estás allí y nosotros aquí? ¿Qué te podemos decir, cuando no sabes quienes somos, ni te importa? ¿Qué, si no tienes vergüenza ni empatía, si te desentiendes de las responsabilidades, de la culpa que debería pesar sobre tus hombros? ¿Qué, si cuando te acusamos señalas a otro, y tú te declaras inocente? ¿Qué podemos decirte, qué? Tú apretaste el gatillo, tú nos desahuciaste, tú nos despediste, y tú nos contaminaste, nos mataste de hambre, de enfermedad, nos engañaste… y desde ahí arriba nos miras con la sonrisa congelada, nos observas impasible, rostro sereno, corazón podrido. Y cuando nos cansemos, cuando levantemos las cabezas, iremos a por ti y a por los que te ayudan a mantenerte ahí arriba. Y como una plaga de langostas os comeremos los corazones putrefactos, y aunque nos pudramos un poco por dentro, y aunque luego se encarame allá arriba alguien como tú, habrá merecido la pena por un momento, pues nuestra será la victoria, y tú tendrás tu merecido.
domingo, 19 de mayo de 2013

Ritual


Entonces tomó las hierbas que le ofrecían. Sabían amargas y dulces, y después picaban. Era un sabor tan desconcertante que resultaba indescriptible. Al poco tiempo se hicieron presentes los efectos secundarios, y el cosquilleo de la anestesia recorrió todo su cuerpo. Y dijo las palabras malditas, las palabras sin retorno, y se selló un juramento en su corazón y frente a todas las personas que eran testigos. “¡Yo nunca seré madre, nunca me casaré y nunca sentiré amor hacia ningún hombre!”. Todos la aclamaron con aullidos y aplausos, se cerró el círculo de las venganzas y murió por fin el atardecer. Esa noche la iniciada no pudo dormir, y ninguna otra. Cuidado con lo que juras.

domingo, 12 de mayo de 2013

Horror Vacui


- Necesito invadir el espacio, llenarlo con cosas, crearlo, modelarlo y modificarlo. El vacío no tiene sentido, nada está vacío, todo está lleno. En mi mente todo está lleno,. Todo está lleno. Todo tiene color… y todo cambia, pero siempre, siempre está lleno. Nunca se puede parar, nunca estarás satisfecho. Lo más parecido a la paz es el acto de crear, crear todo el rato. Cuando estoy quieta siento que estoy perdiéndome algo. Hay tanto que ver, tanto que escuchar y que decir, que reflexionar, tanto que cambiar. Nunca pares de crear, ni de cambiar, nunca pares, hasta que la vida te pare a ti.

- Hey chica bala, párate un momento. Crear está bien. Pero párate un momento te digo, que tienes que dormir. Habrás oído hablar del equilibrio me imagino, esa paz que no conoces existe, y no consiste en saturarse. No te preocupes tanto, simplemente disfruta de lo que hagas en el momento en el que lo estés haciendo, y sigue adelante.

- Sí, te entiendo, pero no me refiero al descanso, me refiero al sedentarismo, a la inercia, a la rutina y al miedo al cambio.  A hacer siempre lo mismo, o a quedarse parado mirando el techo, o a hacer algo que no te llena. Hay que sentirse lleno siempre.

- Estamos de acuerdo, ahora a dormir chiquilla polilla. Hoy no hay luz de luna que perseguir.
jueves, 4 de abril de 2013

Tengo la teoría de que quien se droga es porque no es feliz (¡sorpresa!)

Sí, parece una obviedad pero… joder, ¿no es cierto acaso? A ver, ponte en situación. 

Imagínate que eres un tipo feliz, al que un día se le aparece la muerte. Te dice que te dará un veneno que te matará mucho antes de lo que te corresponde, pero que a cambio te hará llegar al éxtasis. ¡Eres un tipo feliz! ¿para qué necesitas esa mierda? Tienes una mujer maravillosa, dos niños (por poner un ejemplo, digamos que eres un tipo al que los hijos le hacen feliz) un trabajo (¡hoy en día es una suerte, regocíjate!) familia, amigos, tiempo libre, y en definitiva ya sabes llegar al éxtasis tú solito. Así que dices que no. La muerte se va cabizbaja a buscar a otra persona. Tranquilo ¡no tardará en encontrarla!

¿Qué mejor candidato que este? Un pobre desgraciado que cree que su vida es una mierda, que nunca encontrará trabajo ni chica, que nadie le quiere ni le aprecia, que no tiene ni familia, ni amigos, ni tiempo libre (aunque esto último considerando que no tiene trabajo es un poco desconcertante).

Llega la muerte, llama a su puerta. Él le abre, porque es un depresivo pero es educado. Hablan. Él está tan triste que preferiría morir. El mismo rollo: te daré un veneno que te matará rápido pero hará que lo que te queda de vida sea el paraíso en comparación con lo que has vivido hasta ahora. ¿Qué dice él? SÍ.

Bien, pues este hombre se merece un aplauso EN LA CARA, y con la palma bien abierta. No deis más de un aplauso que ya se habrá quedado suficientemente shockeado con el primero… pero no se puede quedar sin ese primero, se lo merece, por muy desgraciado que sea. A ver, reflexionemos: Tu vida es una mierda; te chutas; lalalalala; tu vida es aún más mierda; te chutas; lalalalala; tu vida es tan penosa, que incluso chutado sientes pena de ti mismo; lalalala; mueres/te suicidas (lo que llegue antes); FIN.

¿Qué os parece? A mí este hombre me da pena, no se si puedo culparle o no, porque al fin y al cabo está desesperado y la gente desesperada es impredecible, pero eso no hace más acertada su decisión. 
Simplificando las cosas: si cree que su vida es una mierda y se chuta para que la droga se ocupe de hacerle olvidar sus problemas, es porque no cree poder afrontarlos. Ya no solo de afrontarlos, ni si quiera de cargarlos. Pero son sus problemas, así que por mucho que pesen, si quiere ser feliz tiene que cargarlos, comprenderlos, suavizarlos, desanudarlos y finalmente resolverlos. No quiere decir que sus problemas sean necesariamente su culpa, pero son suyos: es a él a quien le molestan, así que no puede ignorarlos. A las drogas se les da muy bien esto de ignorar, pero no ayudan a resolver nada: ni si quiera un poquito.

¿Conclusión? Haz el amor o dale tu cariño a al gato/perro (y mastúrbate en el baño si no estás satisfecho, pero NO practiques la zoofilia); haz tu trabajo o búscate uno si no tienes (chungo y complicado, pero hay que intentarlo); socializa con los demás descendientes de simio de este planeta y evita las malas compañías; aprecia a tu familia, cuídala y mímala si la tienes, y si no la tienes forma una; realízate, haz deporte, escucha música, lee, culturízate, búscate tantos hobby como quieras para tu tiempo libre, pero no hagas tonterías. Salen caras, no merecen la pena, no te van a hacer feliz y en definitiva son eso: tonterías.


No me hagas caso. No me hagas ninguno. Drógate si quieres. En serio lo digo. Las opiniones fluctuan, y la mía, la que más. 
Este mundo es demasiado complicado como para simplificarlo así de fácil... (Aunque si de mí depende, espero que no te drogues nunca).

Confidencial


Bueno, esto es totalmente personal, algo que no debería escribir. Esto es una confesión: a veces, cuando me pilla con la guardia baja, dudo. A veces, cuando estoy tranquila, cuando mi mente comienza a divagar, me arrepiento. Cuando comienzo a morderme las uñas, sin enterarme de que me hago daño, es porque estoy pensando en algo mal resuelto. Pero luego vuelve mi razón y me convence de que no estaba equivocada en lo que hice. Simplemente a veces desearía que las cosas hubiesen sido de otra forma, que yo fuese de otra forma. Que no existiese el orgullo, la vergüenza, la tontería que tengo encima, la mala praxis de mi vida cotidiana, el tiempo libre que me hace recaer en las dudas relamidas y consabidas. A veces lo pienso. Ah ¿Qué tú también? Entonces no es tan personal como yo creía.
martes, 2 de abril de 2013

Leo


Leo se rió, sin desmentirme, lo cual me hizo sentir que había dado en el clavo, ¿le interesaba Alexis? ¿Le interesaba de verdad? En ese caso las cosas cambiaban. Me puse seria.

- ¿Sabes? Es cierto que Alexis es maravillosa, si fuese tío yo me la follaba.
- Aaaala – exclamó él, poniendo cara fingida de escandalizado – ¡bruta!
- Es cierto – dije yo, sonriendo un momento antes de ponerme seria otra vez – pero debes saber que Alexis hace lo que quiere, si de verdad te gusta, vas a pasarlas canutas hasta lograr generar una respuesta en ella. Es una chica increíble, pero en el tema chicos anda a su bola, no cuenta con vosotros a la hora de tomar decisiones, ni le importa lo que penséis. Si ella quiere, se hace, si no, no. Así de simple.
- Pues tendré que ganármela – me miraba fijamente, muy seguro de lo que decía.
- Como tú tendrían que ser todos los chicos hermanito – dije sonriendo.
- Lo se.
- Engreído – pero le sonreí y crucé los dedos, deseando que todo le fuese bien.

domingo, 3 de marzo de 2013

Crónicas de Ofiuco


Sí, vale. Quizás aquí no se note mucho pero tengo una obsesión con ese nombre. Ofiuco. El pobrecito era una constelación como otra cualquiera y los astrólogos decidieron borrarla del mapa. Cuando di astronomía y nos contaron que había trece constelaciones por las que el sol hacía su trayectoria y no doce, cuando nos descubrieron (¡sorpresa!) que la astrología se inventaba la mitad, cuando mis compañeras más pijillas de clase (contra las que no tengo nada, por cierto) se llevaron las manos a la cabeza diciendo: "no puede ser, ¡pero siempre aciertan en mis horóscopos!..." cuando pasó todo eso yo pensé: "¡Zás, en toda la boca!"

Bueno, no exactamente, pero adopté casi sin saberlo, al marginado ofiuco como mi pupilo. Ahora aparece en muchas de mis historias, y siempre que hay personajes con nombres de constelaciones él es el protagonista. El alquimista, el médico, al que se le representa con la serpiente de la mano en su trocito del cielo (aunque hay que estar muy fumado para ver nada de todo esto en el cielo estrellado).
Ofiuco me gusta mucho, llamaba así a cualquier bicho viviente, habría llamado así a mis gatos si los hubiese adoptado cuando descubrí el nombre. Así que si en historias posteriores todos se llaman Ofiuco… bueno, una manía más para mi diccionario.
viernes, 22 de febrero de 2013

1.-Chesire


Debía de encontrarse en alguna de las lunas de Quantos, pero ese dichoso planeta en concreto presumía nada menos que de mil cuarenta y tres cuerpos orbitando a su alrededor, de los cuales acertaba a saberse el nombre de veinte, a lo sumo. Y no: no se encontraba en ninguno de esos veinte. En sus bancos de memoria no aparecía ningún satélite de tales características. Bosques frondosos, más altos de lo que permitían las leyes impuestas por la Asociación Genética; tierra seca y quebradiza recubierta de agujeros llenos de agua clara… agua que no impregnaba la tierra de alrededor... tierra muerta, en la que sin embargo crecían árboles monstruosos. Aquel bosque era como un espejismo sobre una luna sin vida. El clima no tenía sentido, como si el satélite se resistiese con todas sus fuerzas a que las plantas alteradas le contagiasen su verdor. La propia agua se acumulaba en la superficie, en charcos circulares perfectos, en lugar de impregnarse en la corteza del satélite.  

Lo que uno aprendía (de las pocas cosas que se podía aprender) sobre Quantos, en sus días en la Academia Interestatal, es que dicho planeta, único habitante gigante del sistema de Petra, presume de mil cuarenta y tres cuerpos que gravitan a su alrededor. Ni uno solo de ellos alberga atisbos de contener o haber contenido vida, ni por supuesto de encontrarse en condiciones de desarrollarla. Entonces ¿qué demonios pintaba ese satélite girando entorno a Quantos? Cheshire analizó los parámetros que podía recordar del análisis, información de antes de que fuerzas desconocidas descompusiesen totalmente su nave. Según los datos el lugar debería estar congelado, a menos treinta grados Fahrenheit, no había posibilidades de conseguir más temperatura dada la poca luz de Petra que le llegaba al satélite. Y el calor no podía provenir del núcleo, más frío y muerto que un fruto seco. El aire era respirable, hecho impensable en un satélite Quantiano, y las plantas desconocidas, lo cual sólo desconcertaba más a Cheshire.

Dejó de cavilar. Sabía que Ofiuco la acabaría encontrando, era imposible no rastrear su nave. La energía simpática que cargaban desde que habían salido de la Estación dejaba una huella espaciotemporal demasiado perceptible como para no apreciarla. Ofiuco sabría encontrarla. Claro que esperaba que su “mente privilegiada” no concluyese que tenía que bajar a salvarla. Si su nave principal se descomponía como lo había hecho la auxiliar... podían tirarse allí semanas tratando de levantar una nave de 18.000 gigakilos sólo con energía simpática. Un juego muy divertido.

Debía sin embargo ponérselo fácil. Fuese lo que fuese aquello que había estropeado los sistemas de su nave, no había surtido efecto en su sistema biotecnológico integrado. El hardware podría haber sido afectado, pero seguía retroalimentándose de la energía simpática del cuerpo de Cheshire y no había dado señales de error. Conectaría su sistema a un amplificador de onda y esperaría a que Ofiuco se acercase para mandarle un mensaje con instrucciones. Utilizarían un teletransporte. Él ya debía estar cerca, y ella quería salir de allí cuanto antes.

Nota: no, no es ciencia ficción, sólo son sandeces, una detrás de la otra. 
¡Llévense las manos a la cabeza, queridos científicos!.

Capricornio


Él la había visto otra vez en el tren. Sus miradas se habían cruzado y no se había atrevido a decirle nada. Otro día más que añadir a su lista de delitos imperdonables.
martes, 12 de febrero de 2013

Caso de estudio: Pistola


Está formada por varias partes, cuyos nombres técnicos y funciones (complicadas para los inexpertos) contrastan con el fácil uso del conjunto, dejando de lado la obviedad de que saber disparar no significa saber acertar. Entre sus partes más reconocibles encontramos el cargador, que contiene las balas (en el caso de la pistola analizada, las usuales balas han sido sustituidas por inofensivos balines) las cuales son en realidad la razón por la cual existe la pistola, que se encarga de dispararlas. Este cargador se introduce dentro de la culata, donde los balines irán a situarse más cerca del cañón por el cual saldrán proyectados fuera del arma, una vez sea accionado el disparador.

Es un objeto grosero, pues está preparado para intimidar a otros. No es el objeto en sí lo que da miedo sino lo que se puede hacer con él, lo cual a efectos psicológicos al consumidor le resultará extremadamente útil. En la industria de las armas, no es relevante el exterior, puesto que es una consecuencia del montaje de todas sus piezas. Estas están preparadas para lanzar lo que guarda el interior: el proyectil. Es efectivamente, un balín grosero, inmoral, pequeño y entrometido. Busca introducirse en otros cuerpos, ajenos al del dueño, invalidando las funciones vitales. O en el cuerpo del usuario, todo depende de las intenciones del que sostenga el artilugio. Es un pequeño objeto complicado, quizás demasiado pesado, igual de pesado que sus intenciones. Tiene muchos hermanos y hermanas en el mercado, con la misma función y características diferentes, unas más y otras menos letales, para entretenerse (como podrían ser las de airsoft) para practicar puntería, o para lo que en definitiva están hechas: infligir daño.
lunes, 28 de enero de 2013

Decisiones


Estoy recordando un día de pequeñita, que empecé a decir mentiras, y estuve el día entero contando mentiras por el colegio, hasta que comencé a sentirme mal. Todas mis compañeras empezaron a emocionarse con un proyecto infantil que yo “había hecho” y que en realidad no existía. Al final del día me encontraba fatal, pero no tuve valor para desmentir nada. Todo se olvidó al día siguiente, o sino al otro, ya no me acuerdo. No volvimos a hablar del tema. Y yo desarrollé tan estúpido trauma que decidí no decir mentiras nunca más.

A partir de ahí, me es muy difícil mentir. Y las verdades me cuestan también, así que ¿qué digo cuando hablo? ¿Medias verdades? ¿Ambigüedades? La ambigüedad es complicada, desconcertante. Ojalá pudiese ser simple, como antes, y decidir si quiero decir mentiras o no, pero decidir, coño.

No hay que tomarme en cuenta estos escritos,
solo soy así a veces... o no. 
miércoles, 9 de enero de 2013

Canción de invierno para pensar en el verano


Salta, salta, pequeña langosta, no camines lejos voy hacia la costa. 
Salta, salta, pequeña suicida, en tu país de cuentos no hay más maravillas

Encontré de conchas una pecera 
por más que mire dentro tú eres la más bella 
Te llevaré conmigo, si no te mareas,
los mares son revueltos, quédate en la arena. 
Encontraré una forma, de amarte para siempre, 
te enmarco en mis costillas, vivirás eternamente. 
Tengo un corazón, de oro y plata,
tengo siete amigos, que lo desatan.
Tengo un poema, que no se acaba,
y una casa hecha sobre la marcha.

Salta, salta, pequeña langosta, no camines lejos voy hacia la costa.

Lleva a cuestas, su pequeña morada, 
no entiende de las reglas de la mar brava. 
Camina cerca, muy cerca de las olas, 
no entiende del riesgo, ni de la demora. 
Encontraré una forma de que estés viva,
de mantener tu muerte callada y sumisa. 
Tengo unos pulmones, de fibra de vidrio, 
tengo siete amigos, que los colman de gritos. 
Tengo un poema, que no se acaba, 
y una casa a cuestas, sobre la marcha.

El  "Grupo cenizas" 
tiene una canción sobre una langosta...
y les he robado la frase. 

sábado, 5 de enero de 2013

Fragmento de algo grande que se me escapa


- Oiga, discúlpeme pero...- dijo el cliente amablemente, con ojos cándidos -  ¿venden el perdón?
- El perdón ¿a qué? - preguntó solícito el cura ambulante.
- A todo, el perdón a todo - suspiró tristemente - necesito que me lo perdonen todo porque ya no puedo más.
- Si no especificas... no puedo perdonarte si no se lo que perdono - contestó vacilante. Eso era peligroso, perdonar sin saber, aunque aquel hombre no parecía capaz de cometer grandes pecados, con ese cuerpo encorvado y cansado, y la sabiduría en los ojos.
- Pues perdóname todo, todo lo que he hecho.
- ¿Pero qué has hecho? - insistió.
- De todo.
- Vaya hombre, ¿no has hecho nada bien? - preguntó, amablemente, compadeciéndose sin poder evitarlo.
- Bueno, sí... - dudó un momento - supongo que respirar respiro bien. Y no tengo ninguna enfermedad y mis constantes vitales son estables, así que vivo de manera correcta. Pero todo lo demás que hago está mal hecho. Hasta el más mínimo paso.
- ¿Ah, sí? - preguntó, esperanzado de que diese más detalles.
- Sí - y no añadió nada más, se quedó en silencio, mirándole. El tendero de perdones se frotó las sienes cansado y se rindió.
- Bueno... te perdono entonces todo - dijo abatido, lo único que quería era cerrar el puesto después de un día tan agotador, así que realizó los movimientos de expulsión básicos y cobró a su cliente, pero luego añadió con curiosidad ante aquel visitante tan extraño- pero ¿qué harás cuando salgas de aquí si todo lo que haces está mal?

- No pasa nada... porque camine un par de pasos y me tire desde esa ventana no voy a acumular mucho mal - el joven cura tuvo un escalofrío de entendimiento repentino - eso es lo único que haré bien. Porque suicidarse no es pecado ¿verdad? la mía es la única vida que puedo robar en realidad. Así que gracias por perdonarme- dijo amablemente, con una sonrisa de agradecimiento y una chispa desconocida en los ojos.

- Pero... -dijo de pronto, muy alarmado- ¿que has hecho? ¿quién eres?
- Ya sabes quién soy- contestó para horror del cura- pero es demasiado tarde. Ya me has perdonado. Ahora podré subir al cielo y hacer lo que debo hacer, lo que debería haber hecho hace mucho.
- ¡¡Satán!! Satán!! Blasfemo!! Oh dios mío, que alguien le pare. ¡¡¡Va directo arriba!!! ¡¡oh Dios mío, Dios mío, perdoname, qué he hecho!!

Aparecieron los guardias, pero tarde. El visitante había atravesado la ventana con un sonido seco de cristales rotos, caía sobre el asfalto, y su alma iba directa al cielo, por mucho que los guardianes blasfemasen sin poder evitarlo.
- No puede ser - murmuró un guardia mirando los veintitrés pisos de caida - ¿ese era rem? ¿el desertor? ¿el satán falso? - preguntó tembloroso e incrédulo, presa de un nuevo miedo oscuro  y desconocido.
- Sí, era él... y ya debe estar a las puertas. Esto es el fin, con él allí todo se acabará muy pronto. Va a matarle, al Mismísimo, le matará - dijo sollozando otro guardia, desconsolado. El cura temblaba en el suelo, presa de una locura súbita, consciente de que él, y sólo él, era el culpable de que esa aberración estuviese ahora en el epicentro del poder. Iban a colgarle por haber perdonado todos sus pecados sin investigación previa, y después arrestarían su alma y la mandarían al infierno. A menos que (pensó en un ataque de valentía) se quitase la vida y subiese allá arriba el también. A defender a Dios, a prevenirle.

- Me voy ¡Me voy! ¡¡¡ME VOOOOOY!!! - gritó con todas sus fuerzas, insuflándose ánimos de suicida.
Y con este grito todos los guardias se santiguaron, viéndole caer. "¡está loco, está loco!" se repetían "Está loco, está loco". Y sobrevino el silencio, un silencio sobrecogedor, aterrador, donde los veintitrés pisos empezaban a cobrar sentido, y el clima empeora por momentos.
- Veintitrés... es el número del diablo, ¿verdad? - preguntó el guardia a su compañero, aterrado.
- Sí - dijo él, temblando cada vez más - ahora sí, estamos perdidos, ha subido con sus mejores armas... vamos a morir todos. Dios el primero.
- ¿Y la hora? ¿Qué hora es? - preguntó, esperanzado de que hubiese algún cero divino.
- Las 23:23... -dijo, entre hipos - esto es el fin.


Increíble las  absurdeces  que pueden salir de mis momentos de tristeza.  
Felices Reyes.
jueves, 3 de enero de 2013

La halitosis de las rosas

Nada es perfecto, por supuesto, solía repetirse Oz, nada lo es. Pero entonces ¿qué tenía ella que le parecía perfecta? Según sus principios no podía ser, pero lo era: Su novia lo era, era perfecta. Y como aquello era imposible, Oz, en su empeño, logró encontrarle un defecto. Le olía el aliento. En realidad no era tan exagerado, simplemente no olía a rosas, pero Oz, en su terquedad, consiguió convertir ese pequeño defecto de la encantadora criatura en algo terrible y sin remedio: una halitosis monstruosa, que según él resucitaba a los muertos. Esa pequeña cosa hizo que una chica preciosa pasase a ser un monstruo. Y él la quería, la quería de verdad, pero en su película, empezó a darle asco besarla, y en donde no hay besos es que algo falla. Ella lo notaba, por supuesto, y trataba de averiguar qué pasaba, sin que él le revelase nada. Y Oz, mientras tanto, no sabía cómo decirle que la quería muchísimo, pero que le olía el aliento, que por favor se lavase los dientes.

Dedicado a la falta de sinceridad del ser humano