martes, 12 de febrero de 2013

Caso de estudio: Pistola


Está formada por varias partes, cuyos nombres técnicos y funciones (complicadas para los inexpertos) contrastan con el fácil uso del conjunto, dejando de lado la obviedad de que saber disparar no significa saber acertar. Entre sus partes más reconocibles encontramos el cargador, que contiene las balas (en el caso de la pistola analizada, las usuales balas han sido sustituidas por inofensivos balines) las cuales son en realidad la razón por la cual existe la pistola, que se encarga de dispararlas. Este cargador se introduce dentro de la culata, donde los balines irán a situarse más cerca del cañón por el cual saldrán proyectados fuera del arma, una vez sea accionado el disparador.

Es un objeto grosero, pues está preparado para intimidar a otros. No es el objeto en sí lo que da miedo sino lo que se puede hacer con él, lo cual a efectos psicológicos al consumidor le resultará extremadamente útil. En la industria de las armas, no es relevante el exterior, puesto que es una consecuencia del montaje de todas sus piezas. Estas están preparadas para lanzar lo que guarda el interior: el proyectil. Es efectivamente, un balín grosero, inmoral, pequeño y entrometido. Busca introducirse en otros cuerpos, ajenos al del dueño, invalidando las funciones vitales. O en el cuerpo del usuario, todo depende de las intenciones del que sostenga el artilugio. Es un pequeño objeto complicado, quizás demasiado pesado, igual de pesado que sus intenciones. Tiene muchos hermanos y hermanas en el mercado, con la misma función y características diferentes, unas más y otras menos letales, para entretenerse (como podrían ser las de airsoft) para practicar puntería, o para lo que en definitiva están hechas: infligir daño.

0 comentarios:

Publicar un comentario