sábado, 11 de enero de 2014

Experimento 1.0_Escritura automática. Bautizada a posteriori como “EL ESCRITOR”

Mas si te hablo sin pensarlo mucho, posiblemente al amigo de allí le cueste comprender qué diablos digo. Comprensible, querido. Queriendo no se llora al vencido, que ya  tiene bastante, el que pensó que pasaría el huracán y no pasó, sino que le arrastró consigo. Tecleó en su computadora hasta que los dedos anillados se le escaparon de las manos. Entonces pensó que quizás era hora de dejar de hacer fluir pensamientos no comerciales, que por no comerciar no comerciaban ni dialogaban con su hambre, familia, dinero o mundo, ni le protegían de la opinión de los demás. Decidió hacerse ermitaño, que era más fácil que prescindir de las bibliotecas de su mente a todas horas, sólo porque otros se lo pidiesen. Gritó que era el mundo el que estaba loco. Y que sus tormentas cubrirían el cielo y rayarían en la desesperación de los demás. Porque la suya era infinita y espesa y ya no sabía cómo contenerla, ni con qué darle de comer. Pues sus escritos no vendían. Nunca lo hicieron porque escribía cosas que pensaba y no que abastecían. El populacho pensó que si no el entendían era porque no tenía nada que decir. Nadie dijo nunca que fuese fácil la convivencia social con seres idiotas y anodinos. Pero el 99 es la mayoría, y el resto se creen aparte. Y el aparte era él. Y él vivía en la mierda. Así que nunca más. Se acabó lo de no pensar. A partir de entonces escribiría Best-Sellers.

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